sábado, 28 de junio de 2008

El Fin del Bloque Socialista


El bloque socialista europeo y la URSS, hacia 1970 se encontraban en una etapa favorable para su economía. La crisis del petróleo, con un elevado aumento, había dejado a la URSS en inmejorables condiciones, ya que este último era uno de los más importantes productores de petróleo en el mundo.
La reformas necesarias que necesitaba el sistema comunista, fueron postergadas debido al ingente ingreso de divisas que se producía gracias a las exportaciones petroleras. Al mismo tiempo, la enorme cantidad de dólares de los países productores de petróleo del mundo árabe comenzaron a estar al alcance de aquellos países que lo requirieran. Por supuesto que la URSS no fue la excepción, por lo que el bloque soviético ingresó a su economía, obteniendo cada vez más capital y tecnología desde Occidente, quedando, en consecuencia, fuertemente endeudado.


Bajo la conducción de Leónidas Brezhnev, la URSS, aprovechó la crisis que afectaba el sistema capitalista occidental e incorpora a la órbita soviética a países como Vietnam, Laos, Mozambique, entre otros.
Esta situación lleva a Brezhnev a querer superar el equipamiento armamentístico de los EEUU, este esfuerzo, llevó a tomar en lo económico, medidas que la URSS no estaba en condiciones de realizar.
Los cambios ocurridos en la década de los 80’, encontraron a la URSS sumida en una carrera armamentística que su economía y su equipamiento tecnológico, carreras que más tarde no lograrían soportar.
En este período, el socialismo llegó al poder en varios países europeos, tales como Francia, Portugal y España. Además de que varios países se adhirieran a esta ideología, el comunismo europeo comenzó a dividirse e incluso algunos partidos anunciaron la intención de maniobrar independientemente de Moscú.

Con un producto bruto interno equivalente a un tercio del de los EEUU, la URSS, debía competir por la hegemonía como superpotencia. Su influjo militar se había extendido notablemente, tales como en Afganistán, Europa Oriental, en la frontera con China, entre otros; además, debía competir por el predominio nuclear y en la carrera de misiles y espacial, sin contar con la ayuda económica y militar que debía brindar a sus aliados que habían aumentado notablemente.

Con un producto bruto interno equivalente a un tercio del de los EEUU, la URSS, debía competir por la hegemonía como superpotencia. Su influencia militar se había extendido notablemente, además, debía competir por el predominio nuclear y en la carrera misilística y espacial, sin contar con la ayuda económica y militar que debía brindar a sus aliados que habían aumentado grandemente.
Y no sólo era el hecho de no alcanzar a competir con EEUU, sino que tampoco cumplía con una política social de distribución equitativa que debía cumplir un régimen comunista. Las desigualdades entre el trabajador común y el gran dirigente. Cada vez esta brecha se hacía más distante.
La burocratización era un problema constante para el régimen. La economía comenzó a ocupar un lugar central en la URSS. La misma prensa soviética, aceptaba que, el ausentismo provocaba importantes pérdidas de horas de trabajo. Las cifras indicaban, que prácticamente la mitad de la población activa no trabajaba durante un año.
La estructura industrial soviética se había transformado también en un problema, ya que para su funcionamiento exigía cuatro veces más energía, materias primas y acero, de las cuales ellos no disponían.

En el plano político-militar, la llegada al poder en EEUU de Ronal Reagan, con la duplicación del presupuesto militar norteamericano y el programa implementado denominado guerra de las galaxias, había obligado a la URSS a duplicar también el esfuerzo en cuanto a la carrera militar.

La economía soviética, para 1980, se basaba en la exportación de materias prima superaba las ventas de productos manufacturados.

Tras la muerte de Brezhnev, en 1982, sus sucesores, Yuri Andropov y Konstantin Chernenko, nada pudieron hacer para mejorar la situación social y económica de la URSS.

En 1985, con la asunción de Mijail Gorbachov , como Secretario General del Partido Comunista y presidente del Soviet Supremo, se comenzó a cambiar de rumbo. Gorbachov lanzó dos reformas que dieron que hablar: la perestroika y la gladnot. La perestroika ( en ruso “reestructuración”), plan sistemático y en una estrategia concreta para el desarrollo del país. Esta reforma alcanzaba todas las áreas del sistema soviético: la ciencia y la tecnología, la reorganización de la estructura económica y los cambios en la política de inversión. Su objetivo era convertir una gestión muy centralizada en un sistema más descentralizado, basado en cierto grado de autonomía local y autogestión.
Y otra de estas reformas fue la Glasnost (en ruso transparencia”), plan que pretendía atenuar las políticas restrictivas que impedían la libertad de expresión y la libre circulación de las ideas. Permitió el debate público sobre cuestiones políticas, alentando por tanto las críticas a la política y a la sociedad soviéticas. Los medios de comunicación obtuvieron mayor libertad para expresar opiniones que antes hubiesen sido condenadas. Permitió conocer tanto los errores del gobierno soviético, como el accidente nuclear de 1986 en Chernóbil.


A pesar de los cambios producidos en el principal Comité Ejecutivo del Partido Comunista, Gorbachov se proponía una modificación mayor: sacar a la URSS de lo que él denominaba la era del estancamiento. Gorbachov y su equipo diagnosticaban, que el estancamiento era producto del aislamiento y apuntaban a establecer un régimen de libertades que facilitara el contacto de los ciudadanos de la URSS con otras culturas y países del mundo, como también la pretensión de la modificación constitucional que permitiera el multipartidismo y la conversión del país en una república presidencialista.
Este no era un desafío menor, ya que no era fácil modificar, en profundidad, el régimen de vida de los soviéticos. Una gran parte del pueblo se sentía cómodo con un sistema que le proporcionaba una subsistencia garantizada y una seguridad social, si bien de niveles modestos pero ciertos, una sociedad igualitaria social y económicamente, exceptuando los privilegios la bajo la tutela del partido comunista.

Si bien Gorbachov, calificaba como “era del estancamiento” a la gestión de Brezhnev, una parte del pueblo soviético, la recordaba como un periodo de tranquilidad. Debido a esto último, la perestroika no fue aceptada automáticamente.

De todas formas, la renuncia al uso de la fuerza por parte de la URSS para reprimir ciertas resistencias y oposiciones hizo que se debilitara su dominación. En 1989, entre Agosto y Septiembre, en Checoslovaquia y Hungría, miles de jóvenes y profesionales comenzaron a emigrar hacia Alemania Occidental ante la pasividad de sus respectivos gobiernos. Al poco tiempo se le sumaron al éxodo los alemanes del este, que utilizaron esa vía para escapar del régimen comunista.

Hacia los años 80, en los países centrales de Occidente, había comenzado comienzan a crecer las tecnologías y el área de las ciencias, por lo que el mundo se intercomunicaba más aún y con mayor rapidez. Occidente, debían abandonar la centralización de las decisiones de los dirigentes, generalmente radicados en Moscú. Para esto, debían otorgar poder de decisión a los dirigentes regionales. Esta postura, obviamente debilitará al partido comunista y a sus dirigentes, acostumbrados a monopolizar el poder político desde un centro de decisiones, a la vigilancia y a la imposición. Este intento de salvataje del sistema desde el nivel económico, produciría luego un derrumbe político que finalmente hará colapsar a la URSS.

En 1989, la caída del Muro de Berlín, como hecho simbólico del final de una época, fue el comienzo de las fases finales del sistema comunista en la URSS o lo que se llamó el final de la era de los socialismos reales.
Entre las más importantes novedades de la nueva política soviética, destacó a partir de 1989 la negativa de la URSS a intervenir en Europa del Este, a diferencia de épocas pasadas, en el desarrollo de los movimientos reformistas que pusieron fin a los gobiernos comunistas de Polonia, Hungría y Checoslovaquia y que culminaron en octubre de 1990 con la reunificación alemana. En 1991, el COMECON y el Pacto de Varsovia, dos de las piedras angulares de la política exterior soviética, fueron disueltos. Tampoco el comunismo soviético era inmune a las fuerzas que habían hundido a los regímenes de los países del Este. En febrero de 1990 y en un proceso de deterioro cada vez mayor de la economía soviética, el PCUS acordó ceder su monopolio político. En marzo, cuando Gorbachov era el presidente ejecutivo del país, grupos insurgentes lograron un significativo ascenso en las elecciones locales. Gorbachov había perdido considerable apoyo entre la población por su política interna. El 11 de marzo Lituania declaró su independencia, desafiando las sanciones impuestas por Moscú. Los grupos nacionalistas y los movimientos independentistas también actuaron en otras repúblicas y los estallidos de violencia étnica cada vez se hicieron más frecuentes. En noviembre, Gorbachov pretendió de nuevo ampliar sus poderes presidenciales para ejecutar sus reformas políticas y económicas.

El sector duro comunista, en el que se encontraban muchos de los altos cargos del gobierno, dio un golpe de Estado en agosto de 1991, mantuvo a Gorbachov bajo arresto domiciliario e intentó reinstaurar el control centralizado comunista. En tres días los reformistas encabezados por Borís Yeltsin detuvieron el golpe y comenzaron a desmantelar el aparato del partido. Con la URSS al borde del colapso, el Congreso de Diputados del Pueblo acordó el 5 de septiembre establecer un gobierno provisional en el que el Consejo de Estado, encabezado por Gorbachov y compuesto por los presidentes de las repúblicas participantes, ejercería poderes de emergencia. Al día siguiente, el Consejo reconoció la independencia de Lituania, Estonia y Letonia.
Finalmente 1992 se reemplaza la URSS por una comunidad de Estados Independientes.

Luego de esta extensa y competitiva carrera, nos encontramos por un lado con la derrota de la URSS y por otro vemos la alianza triunfante de la Guerra Fría, la OTAN bajo la dirección de los Estados Unidos. Actualmente nos encontramos en un mundo unipolar en términos de un poder hegemónico con supremacía militar-estratégica global, en dónde las transformaciones estructurales operadas en los países industrializados hacia la especialización y la concentración de actividades productivas con alto componente científico y tecnológico ha acelerado la construcción de tres grandes bloques regionales, polos comerciales o megamercados que giran alrededor de un centro dinámico. América del Norte alrededor de los Estados Unidos. La Unión Europea alrededor de Alemania y la región del Sudeste Asiático o Cuenca del Pacífico con centro en Japón.

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